MI TÍA HORTENSIA

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http://www.ositosteddy.com/ Mi Tita es muy parecida.

Antes escuchaba que las mujeres que se llaman Hortensia nunca se casaban. En el caso de mi tía abuela Hortensia, una de las hermanas mayores de mi abuela si tuvo novio pero no quiso ser “cazada”. Ella nació para ser tía, esas tías que todos recordamos con cariño, que deberían ser eternas. Mi tía Hortensia siempre fue gorda, le gustaba comer muchos dulces y preparaba unos dulces maravillosos. Recuerdo su arroz con leche con clavo y canela, sus frijoles colados una delicia, el arroz zambito, la mazamorra de maiz morado con bastantes orejones, guindones, frutas secas, piña y espolveada con canela en polvo. Sabía hacer ricos bizcochos como el de plátano, de manzana, chocolate, melocotones al jugo, y también hacía chifones. Ella vivía con otra hermana mayor que también era soltera, esta tía si era muy bonita, tuvo novios varias veces y al último lo dejó plantado en el altar, no tenía “alma” para ser una mujer casada. A diferencia de mi tía Hor, mi tía Baltazara no era tan carismática, pero también era divertida, era la que pensaba siempre en economizar para tener una vejez digna. Además trabajaba en el estudio de abogados que tenía su padre y siempre estuvo metida en asuntos de papeleos judiciales, sabía más que un experto y renombrado abogado. En su época las mujeres no estudiaban y tampoco trabajaban, pero la tía Baltazara siempre tuvo espíritu de abogada en actividad.
Seguimos con la tía Hortensia que era mi preferida, era muy culta, sabía idiomas, había estudiado en Nueva York, además sabía muy bien hablar alemán, ya que había estudiado al igual que sus hermanos en el Colegio Alemán de Lima, hablaba algo de italiano, y bastante de francés. La tía Hor era aventurera, cualquier día podía tomar un tren y viajar al Cuzco, donde tenía una gran amiga que la atendía a todo dar. De vez en cuando invitaba a alguna sobrina y tomaban un barco hacia Chile, y a veces llegaban a Argentina. También viajaba muy seguido a EEUU a visitar a su sobrina preferida (hija de una de sus hermanas). Así era la tía Hor, no le tenía miedo a nada, ni a viajar sóla muchas veces. Tenía una voz muy fuerte, a veces asustaba, pero era cariñosísima, yo la adoraba y ella a mí también. Creo que fui una de sus sobrinas-nietas preferidas. Cuando venía tía Hortensia a la casa era día de fiesta para mí. Ella fue mi madrina de Confirmación. Mi tía Hortensia tenía una cartera inmensa que parecía más un maletín de viaje, era divertido explorar lo que había dentro de ese carterón, para empezar casi siempre dulces, ropitas de muñecas, que ella misma había hecho, siempre les cosía a mis muñecas y osos lo último de la moda. Ella curaba a mis muñecas cuando éstas ya estaban sin ojos, sin brazos, sin piernas, asimismo a mis osos. Yo tenía adoración a un oso de nombre Teddy (nombre de fábrica) que me regalaron a los pocos días de nacer (hasta el día de hoy lo tengo), yo quise que fuera mujer y que se llamara Tita. Mi Tita sufrió con los años una metamorfosis de tantas “operaciones” que le había hecho la tía Hor. Hoy Tita no es ni se parece lo que fue cuando mi madrina de bautismo mi tía Susiña me la regaló. La tía Hor era tan divertida que nos hacía funciones de magia. Cuando fui creciendo y dejé los juguetes de lado, pero todavía no era una adolescente recuerdo que me encantaba escucharla contar las historias de la familia. Estas historias eran fascinantes, increíbles, además la tía Hor tenía una memoria privilegiada, aunque ahora me pregunto si serían así de verdad las cosas como sucedieron, bueno, de todas maneras era superdivertido escucharla. Mis otras tías, inclusive mi abuela también la escuchaban y ninguna le refutaba nada. Mi tía Hor hacía ayuda social, iba a los barrios de gente muy necesitada y les llevaba pequeños regalitos, pero sobretodo les llevaba alegría, por eso es que ella amadrinó como a 180 niños y niñas. Tenía un cuaderno en donde apuntaba los nombres de todos sus ahijados con la fecha de nacimiento de cada uno. No estoy segura que los últimos años de su vida se acordara de todos. Podría escribir páginas de páginas de mi tía Hor, pero creo que ya es suficiente. Su recuerdo queda grabado en el fondo de mi corazón hasta el final de mis días. Fue la tía ideal, la tía que todos debemos tener y yo tuve la suerte de haberla gozado. Fue querida por casi todo el mundo que la conoció, eso creo…..